jueves, 28 de julio de 2016

Comedia latina

1.   Características de la comedia latina

El teatro romano, al igual que su modelo griego, está escrito en verso para ser cantado y musicalmente acompañado. Las obras conservadas, tragedias y comedias se inspiran en argumentos de autores griegos: aunque escritas en latín y para espectadores latinos. La romanización lingüística es la originalidad del aporte romano: elementos idiomáticos y psicológicos populares, exageraciones, gesticulación y juego de palabras.

2.      Representantes de la comedia latina

Plauto. Nació en el año 254 a.C. y murió en el 184 a.C. Fue el más importante de los comediógrafos latinos. Aunque todas sus comedias son de asunto griego, no fueron simples imitaciones. Tomó ideas de la comedia nueva griega. Sus obras, que se desarrollan en un medio griego, presentan una sociedad de clase media, decadente, viciosa, que vivía en tierras en progresiva invasión romana. El lenguaje de los personajes es coloquial y vulgar. Entre sus comedias de enredo se cuentan, por ejemplo, La olla, El cable, Las cajitas, Los asnos y su famosa Anfitrión, única obra de tema mitológico caricaturizado y ridiculizado.
Terencio. Nació en el año 184 a.C. y murió el año 159 a.C. Fue comprado como esclavo por un senador, pero muy pronto demostró excepcionales dotes intelectuales. Su arte es muy refinado. Escribió seis comedias, basadas en obras griegas de la comedia nueva y en Menandro. Su lenguaje era para un público culto, razón por la cual se adaptaba a tales circunstancias y ambientes. En sus obras, entre las cuales destacan La suegra, Adelfos, Andria y Formión, resaltan los valores de refinamiento moral y de dignidad de costumbres, en consonancia a la ética de su época.

Recepción de textos literarios: Prometeo encadenado y La olla.

1.      Prometeo encadenado

Prometeo, semidiós robó el fuego divino (conocimiento) para entregárselo a la humanidad. Por ello, Zeus lo encadena a una roca y envía a Hermes para convencerlo de que obedezca y sirva a Zeus, sin doblegar su ánimo. La obra termina cuando Zeus fulmina a Prometeo con un rayo. A continuación se presenta uno de los diálogos finales de la obra:
PROMETEO. Nunca conseguirás que por temor a la decisión de Zeus me muestre débil y que con las manos tendidas suplique desate estas cadenas.

HERMES. Pones excesiva confianza en tu débil sabiduría. Si no obedeces mis órdenes una tempestad y sucesión inevitable de males te sobrevendrá. Zeus destrozará esta montaña de altas cimas con el trueno y con la llama del rayo. Después de mucho tiempo, volverás a la luz y un águila ensangrentada, ávidamente despedazará un gran pingajo de tu cuerpo, y devorará tu negro hígado. Reflexiona, piensa y nunca pongas la arrogancia por encima de la reflexión.

CORO. Nos parece que Hermes habla oportunamente. Pues te aconseja contener la arrogancia y procurar la sabia reflexión.

Esquilo fue uno de los tres grandes trágicos griegos. También fue soldado en diversas batallas, como la de Maratón y de Salamina. Algunas de sus obras se basan en estas experiencias: Los persas, Los siete contra Tebas. De su producción solo se conservan siete obras teatrales. Escribió trilogías, desarrollando una sola temática. De la trilogía de Prometeo solo se conserva Prometeo encadenado. Algunos críticos cuestionan la autenticidad de esta obra por presentar ideas inusuales de Esquilo; como Zeus, que aparece como un tirano violento, frente a otras obras donde manifiesta justicia.

2.      La Olla

En esta comedia el dios del hogar de Euclión permite que este encuentre una olla de oro que fue enterrada por un antepasado en su casa. Su objetivo es ayudar a la hija de Euclión, que siempre le rinde culto, y fue violada por un joven adinerado. En el siguiente fragmento se presenta un diálogo entre Euclión, obsesionado porque le puedan robar el tesoro, y su criada Estáfila:
EUCLIÓN. ¡Fuera, digo, hala, afuera contigo, maldición!, ¡mirona, más que mirona, con esos ojos de arrebañadera!

ESTÁFILA. Pero, ¿Por qué me pegas? ¡Desgraciada de mí!

EUCLIÓN. ¿Que por qué te pego, desgraciada? Pues para que lo seas de verdad y para que lleves una vejez tal como te la mereces, de mala que eres…

ESTÁFILA. ¡Mejor preferiría verme en la horca que no tener que servir en tu casa en esta forma!

EUCLIÓN. ¡Mira cómo rezonga para sus adentros, la maldita! Los ojos te voy a sacar, malvada para que no puedas andar espiando lo que hago. Retírate más, un poco más, un ¡eh!, para ahí. Te juro que si te mueves de ahí ni un dedo ni una uña o si vuelves la cara para acá antes de que yo te lo ordene, en la horca vas a acabar, a ver si así aprendes. (…) ¡Menudo miedo la tengo!, de que se las arregle para engañarme si me descuido y que se huela dónde está escondido el oro; (…). Bueno, voy ahora dar una vuelta, a ver si está todavía el oro allí donde lo dejé desgraciado de mí, que no me deja este asunto ni un momento de tranquilidad.


EUCLIÓN. Éntrate y cierra la puerta, enseguida vuelvo. Mucho cuidado con dejar entrar a nadie en la casa. Para el caso de que viniera alguien a pedir fuego, quiero que lo apagues, que no haya motivo de que venga nadie a pedírtelo. (…) Di también que se ha ido el agua, si alguien viene a pedírtela; el cuchillo, el hacha, el macharatajo, el mortero, todos esos cacharros que andan siempre pidiendo prestados los vecinos, di que han venido los ladrones y se los han llevado. En resumen, mientras yo esté fuera, no quiero que se deje entrar a nadie en mi casa. Todavía más te digo, así venga la buena suerte en persona, no la dejes entrar.

ESTÁFILA. ¡Por Dios!, de eso me parece que se cuida ya ella misma, porque hasta ahora no ha puesto jamás los pies en nuestra casa, a pesar de no andar lejos de por aquí.

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